Metro Balderas
El “charro” de esta semana, como cae en época vacacional, es un paseo por esta ciudad… Para quienes trabajamos, en vez de paseo, que sea un momento de relax, vamos, una foto
“Metro Balderas” es el título de una canción del Tri, un grupo que lleva rolando desde los sesenta, cuando se llamó Three Souls on my Mind… Pero también es un lugar emblemático de la Ciudad de México, al menos, de la mía.
Desde mi llegada a este país, me gustó llegar a esa estación. Sí, soy de letras, y escribo, pero debo confesar que la última razón de ese gusto era la gran biblioteca que ahí se ubica. Sin embargo, pensándolo bien, la cosa sí tenía que ver con libros: lo que sí me producía un especial placer era curiosear en los puestos que cubren la banqueta lateral de la mencionada biblioteca.
A esos puestos, como a las librerías de la calle Donceles, les debo el hecho de haber llegado al libro electrónico: ya no sabíamos dónde meter tanto libro en casa. En esos paseos/visitas, encontramos primeras ediciones, libros firmados por los autores, rarezas... En uno de esos puestos de Balderas, encontré la primera edición de un libro mítico para la poesía española, la antología de los Novísimos, la de Castellet: el libro estaba bastante maltratado pero completo; y no se me olvida que lo compré por cinco pesos, menos de un euro (traduzco para aquella orilla).
Junto a los puestos de libros, por cierto, está la Ciudadela, un mercado de artesanías de todo México, a muy buen precio, y en un espacio muy agradable, con todo y patio central.
Desde la primera vez que fui, por la actualidad y constante actualización de los diseños, me di cuenta del alarde de mercadotecnia popular. Siempre hay clásicos, no sé, muñecas, miniaturas, joyitas nacaradas o madera labrada de Olinalá; pero también es cierto que, en tantos años, he ido viendo alusiones, más o menos evidentes, a políticos y personajes y sucesos de actualidad. Ya les digo, alarde de adecuación comercial.
Esto es un paseo así que, por si quieren continuar puesteando, caminen hacia avenida Juárez, y de ahí, hasta Bellas Artes. O pueden meterse a callejear y llegar hasta el mercado de San Juan, o comprar accesorios para el baño, creo que es en Artículo 123; si no, es una de las calles que se pierden hacia Lázaro Cárdenas...
O por qué no, den vuelta a la izquierda y, después de haber visto la biblioteca y el parque de la Ciudadela –el mercadillo tiene parque que los fines de semana es una pista de baile de salón donde se baila danzón, el chotis trópical–, pueden llegar hasta Bucareli, pasando por Morelos.
Háganlo y tómense algo en el café La Habana, un lugar tradicional donde los haya; dice la leyenda que lo frecuentaron Fidel y el Che antes de subirse al Granma. También por ahí, en Bucareli, está el reloj chino y un palacio que también tiene historia, a veces medio siniestra, porque es la Secretaría de Gobernación (el equivalente al Ministerio del Interior).
Es curioso poder llevarlos a dar estos paseos… por mi memoria…
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