Hace quince días compartí uno de mis primeros recuerdos de esta ciudad en la que vivo desde hace más de treinta años… Creo que no viene mal que, para continuar, demos un paseo.
Mi México ya tiene más de 30 años y empezó en una colonia llamada Villa Coapa, a finales de 1992; mi primera dirección era maravillosa: Calzada de las Brujas esquina con Calzada de los Tenorios. ¿No es eso realismo mágico? ¿Cómo no me iba a quedar por acá?
Mi primera ida al súper fue un 29 de diciembre, al día siguiente de mi llegada –sí, llegué un 28 de diciembre, todo muy simbólico–; el súper se llamaba Aurrerá y el recuerdo que me queda es que vi sandía, en diciembre; ah, y les confesaré que entonces fumaba y, saliendo de "hacer la compra" –todavía no iba a "hacer el mandado"– tuve que comprar tabaco… ¡en la farmacia!...
Hablando de tabaco, por aquello de hacer economías, empecé a fumar faritos, unos cigarros baratísimos, sin filtro y hechos de papel arroz. Ya no fumo, pero los recuerdo.
En este paseo virtual por la memoria, les diré que cualquier odisea desde aquellos rumbos coapatecos, iniciaba con un ineludible viaje hasta Taxqueña, una estación de metro en la que confluían autobuses urbanos y “coches de línea”. Para un charro recién llegado, el tamaño de aquello imponía. Además, llegar ahí desde casa implicaba mínimo una media hora. En Salamanca, media hora es suficiente, casi, para atravesarla... andando.
Ya en esa terminal, uno tomaba el metro, en el que era difícil olvidarse del hambre. O de tenerla aunque uno acabara de comer… La de cosas que se pueden comer viajando por la ciudad... Puestos de comida afuera… Un poco más formales dentro. Y vendedores en los vagones.
Como buen filólogo, las palabras también se volvieron emblema de una ciudad llena de ellas: dichas, gritadas, susurradas al oído… Sobre todo, la Ciudad de México está plagada de nombres: las calles de esta ciudad son un verdadero libro: Brujas, Tenorios, Obrero Mundial; hay clásicos, como los ríos o capitales europeas. Existe, en un barrio bellísimo, como San Ángel, la calle de la Amargura. Y hay calles del perdón, rincones del silencio. Curiosamente, algunas coinciden con Salamanca. Ya ve usted.
Insurgentes, Reforma, son calles que se repiten no solo en la ciudad, sino en todo el país. Y los tamaños... De hecho, muchos hablan “de las calles”, por ejemplo, en la Roma, o en el Centro, no es extraño oír hablar de las calles de Coahuila, o de las calles de Bolívar… Y es que solo hay una, pero tan interminable que, al cruzarse con otras, se vuelve “las calles de…”
El realismo mágico no solo aparece en las longitudes “imposibles” de las calles; otra sorpresa pueden dárnosla los números, que brincan que es un gusto además de que siguen una secuencia que no siempre es aritmética.
Como cualquier lugar es nuestro solo si no dejamos que nos lo quiten, espero que hayan disfrutado este paseo por esta que, como aquella, desde entonces es mi ciudad, la real y la de la memoria.
https://www.facebook.com/ignaciomartinescritor
@ignacio_martins (X-Twitter)
@nachomartins (bluesky)
@nachomartins (Threads)
nachomartins (Instagram)
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.