El 15 de mayo, Día de la Nakba, cada año el pueblo palestino recuerda la expulsión de su tierra en 1948, un día de dolor que, con la complicidad, la colaboración y el silencio cómplice y vergonzante de la comunidad internacional, todo un pueblo fue condenado al exilio permanente, al sufrimiento, al dolor y, hoy ya explícitamente, a su exterminio.
En Barcelona, el 15 de mayo de 2011 se celebró un acto multitudinario de solidaridad con el pueblo palestino, y se representó EL POEMA DE LA NAKBA, un texto dramático que tuve el honor de escribir y del que, suprimidas las acotaciones escénicas y las indicaciones y referencias musicales, de iluminación y otras, y vencida la tentación de corregir con la rabia, subrayar con indignación y reescribir el dolor a que la situación de los palestinos me empuja, me atrevo hoy a ofrecer como abrazo, homenaje fraterno y grito de protesta ante el genocidio que, con la complicidad de un mundo intolerable, se lleva a cabo contra el pueblo de Palestina.
“Palestina...
La historia dirá un día que el cielo se oscureció.
Que las casas fueron derrumbadas.
Que a la intemperie, debajo de raídas mantas, las mujeres abrazaban a sus hijos mirando tras su llanto en la lejanía, cómo su tierra era hollada por el invasor.
Que los ríos fueron de lágrimas.
Que la esperanza, una quimera.
Que el tiempo una aventura negra de lucha y resistencia.
Pero no de claudicación.
Pero la historia tendrá que decir también que los hombres y las mujeres de Palestina no doblaron sus rodillas ni un momento.
Que lucharon sin fin por el puñado de mundo arrebatado y que los jóvenes palestinos honraron a sus mayores peleando por lo que era suyo, de todos ellos; por la tierra de sus padres y de los padres de sus padres.
Desde el primer día.
15 de mayo de 1948.
Refugiados desde entonces, en la misma tierra que era suya, sometidos a la sevicia y al maltrato, a la exclusión y a la amenaza, al hambre y al desprecio, los palestinos no renunciaron nunca a su dignidad ni al honor de su nombre.
Y no renunciarán.
Cada 15 de mayo alzaremos la voz con todos ellos,
buscaremos la luz de la liberación, con todos ellos.
Y la grieta de fuego de la justicia irá abriendo las puertas de la liberación.
En lo umbrío, en los lugares hoscos,
sin recelo en la victoria,
con todos ellos,
buscaremos la justicia.
Aunque vengan los asesinos llenos de espuma a escribir una historia de mentira,
aunque dejen coronas de humo a la puerta de nuestros cementerios y en la lengua falaz que los justifica,
aunque sus caballos de calavera siembren el cielo de metal,
y la noche se torne interminable bajo las bombas y los racimos de bomba y los pedazos de bomba,
buscaremos con ellos la victoria.
Nos seguirán matando cada 15 de mayo, hermanos palestinos,
con tanques
y con barras y estrellas,
y papeles y bocas y consejos,
entre el polvo y el sudor y el desprecio,
nos seguirán matando, con todos ellos, cada 15 de mayo;
y cada 15 de mayo
el Día de la Catástrofe,
hasta las catacumbas de su infierno buscaremos la victoria y la justicia,
y el honor,
con ellos,
para escarnio de los ojos homicidas y la lengua de estrella de seis indignidades
contra la hipocresía de un mundo de paja y de papel ardiendo,
contra la mentira,
sin compasión,
o a pesar de la muerte,
lucharemos.
A pesar del frío de la noche interminable,
de las matanzas, del hambre y la tristeza y el llanto de los niños palestinos,
cada 15 de mayo lucharemos,
y cada uno de enero volveremos a la batalla,
hasta otro uno de enero cada día,
y otro y otro y otro,
a pesar del tiempo y los derrumbes,
buscaremos el sol de la justicia,
con todos ellos,
hermanos palestinos.
Y la muerte, ¡ah!, la muerte,
la compañera muerte que vive en nuestras casas,
el obsequio del mundo a nuestros padres despedazado y nunca en el olvido;
la muerte cotidiana, nuestro perfume siempre,
a pesar de la muerte,
saludará la vida que se acerca cargada de victoria,
y volverá la estación esperada y amiga con sus signos de cobre,
volverá a amanecer, dueños ya de la vida y la tierra,
dueños de la esperanza y del futuro, hermanos palestinos,
volverá el alba de la alegría,
y a pesar de la muerte,
cuando el agua retorne a nuestras bocas, y la sed sea un mal sueño mal soñado,
volveremos con todos a la casa de siempre,
al lugar, al destino y a la tierra,
pues nos traerá noticias la victoria,
a pesar del dolor y del presente,
del hermano que lucha y que nos grita
en la antigua morada del honor recobrado,
un día tal vez de mayo, como éste,
en Palestina.”
ÁNGEL GONZÁLEZ QUESADA, mayo de 2011-mayo de 2025.
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