Nos llega una minuciosa y muy bien documentada y elaborada biografía del poeta aragonés Ángel Guinda (1948-2022), con el que coincidiéramos en algún encuentro poético, el último en Salamanca, obra de J. Benito Fernández, con el simbólico título de Las claves de lo oscuro. Biografía de Ángel Guinda (Olifante. Ediciones de Poesía, Zaragoza, 2025).
Y, a medida que ojeamos sus páginas, vamos advirtiendo que estamos ente una verdadera fe de vida, o aún más, ante una pasión de vida. Vida a raudales y poesía a raudales, con todos sus ímpetus, sus vaivenes, sus altibajos, sus contradicciones…, es todo lo que nos transmite la figura y la obra poética de Ángel Guinda, hasta donde la conocemos.
Algo que nos confirma esta indagación biográfica del periodista J. Benito Fernández. La poesía como pasión. La poesía como razón de existir. La poesía como sentido, como estadio que se sobrepone a esa existencia a ras de suelo que nos toca soportar a todos.
No podemos en estas líneas (qué más quisiéramos) abordar de modo detallado una biografía tan minuciosa como la que tenemos en la mesa. Eso sí J. Benito Fernández, a modo de guijarros para no perdernos, nos traza desde el inicio una cartografía con hitos esenciales para orientarnos por las páginas del libro: “un tipo entrañable, de mirada astuta y muy generoso”; “escribió para no morir”; “funde poesía y vida”; “un gran poetas romántico, escasamente hermético”; “sostiene que el poeta está condenado a la claridad”; “poeta epicúreo”; “un hombre poliédrico”; fundador de proyectos poéticos editoriales; “su idea de la muerte” como asunto dominante en su poesía; y otros guijarros por el estilo; que nos orientan y enfocan la imagen de un poeta desmesurado (nos basta para ello con advertir la larguísima hilera de sus títulos poéticos editados).
En realidad, de cualquier existencia podría elaborarse un memorial que podría llevar el título de Vida de un hombre, como el gran poeta italiano Giuseppe Ungaretti titulara toda su creación poética.
Porque una de las señas de nuestra contemporaneidad es la del desarraigo, ese desarraigo que, de un modo u otro, sufrimos todos. Ungaretti lo sabía y llegó a decir: “En ningún / lugar / de la tierra / me puedo / arraigar.”
Y advertimos que tanto en la biografía como en la poesía de Ángel Guinda se halla esa huella del desarraigo, pese a ser tan áspera y tiernamente aragonés. Percibimos en su escritura y, en la medida en que nos va mostrando J. Benito Fernández; también en su biografía, un espíritu recio y áspero. Como de otro modo, lo advertimos en Luis Buñuel, en Miguel Labordeta o, qué sé yo, en Manuel Vilas, por indicar algunos nombres.
Pero todos esos claroscuros, ese tormento y esa fascinación por el existir, esa pasión vital expresada en la creación… ya están en Goya. Y están, a su modo, en Ángel Guinda, que nunca se contiene, que tiende a la desmesura, creativa y vital, como advertimos en esta elaboradísima y documentadísima biografía.
Un poeta, Ángel Guinda, acaso, fuera de toda norma, fuera de todo sistema, en su periferia (pero hay muchas periferias), como se nos va demostrando en su biografía página a página. Pero es que poetizar en la contemporaneidad solo puede realizarse desde los márgenes, desde las periferias, ya que la poesía es reacia –por mucho que, en ocasiones, parezca lo contrario– a los poderes, a los círculos, a los grupos que se protegen y se promocionan, el ‘mundillo literario’…
Y, también, advertimos en esta biografía de Ángel Guinda que la poesía requiere también una actitud moral, una moralidad que nuestro poeta aragonés asume y que expresa de modo recio y áspero, de modo tierno y entregado, tanto en su vida como en sus versos.
Una biografía, realizada con minuciosidad y con rigor, con conocimiento de causa, que nos documenta la vida de un hombre marcado por la desmesura, el sentido de un ser que supo siempre que el sentido del existir podía ser iluminado con el fulgor de la palabra.
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