, 15 de junio de 2025
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Contra el colonialismo digital
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TANTOS LIBROS POR LEER

Contra el colonialismo digital

Actualizado 20/05/2025 09:29

Cuando la Feria del libro en Salamanca hace solo unos días que acaba de cerrar sus puertas y cuando la de Madrid, una de las más importantes del mundo, está a punto de abrirlas, traigo hoy aquí un nuevo e interesante acercamiento al universo libresco, con una obra que supone una lúcida reflexión sobre el futuro de los libros y la lectura en una época marcada por el predominio de lo electrónico y la consecuente proliferación de los dispositivos digitales.

Se trata de Elogio del papel, un librito -poco más de doscientas páginas- del italiano Roberto Casati, investigador del prestigioso CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica) presentado en nuestro país en 2015 con un significativo subtítulo, Contra el colonialismo digital, muy explícito de su planteamiento beligerante y sus intenciones combativas frente a algunos lugares comunes que la ”doctrina” imperante en nuestros días a propósito de la digitalización, la tecnología electrónica, y la introducción de los ingenios técnicos en nuestra existencia da por consabidos, aceptados y, lo que es peor, indiscutibles.

Estamos, pues, ante un ensayo, aunque, contra lo que dicta el prejuicio sobre el género, no incurre en oscuras y tediosas divagaciones abstractas ni en excesos eruditos -pese a que se fundamenta en una sólida base teórica de la que el autor presenta numerosas muestras a lo largo de la obra- sino que, además de aportar infinidad de argumentos para la reflexión y para un debate especialmente pertinente en este siglo de avance imparable de la tecnología, es un texto apasionante, muy claro y sencillo, que se lee con interés y facilidad constituyendo un vivo ejemplo del “instruir deleitando” horaciano.

Casati no es un apocalíptico contrario al progreso ni un anacrónico ludita que se opone frontalmente a cualquier forma de avance tecnológico, bien al contrario, reconoce utilizar y servirse de las más modernas tecnologías en su trabajo académico e investigador. Es, pues, esta condición “neutral” del autor, opuesta a una postura sesgada y apriorística de cerrazón ante las innovaciones, una circunstancia que permite valorar con más imparcialidad, al margen de anteojeras y prejuicios intelectuales o ideológicos, la validez de sus tesis.

Es desde ese punto de partida, exento de condicionantes reduccionistas, desde donde Roberto Casati formula su propósito con nitidez y convicción. Un planteamiento que sostiene la conveniencia de mantener una actitud de prudencia acerca de lo que llama “colonialismo digital”, la ideología que postula la necesaria e innegociable introducción de la tecnología en todos los ámbitos de nuestra vida, de la lectura al juego, de la enseñanza al asesoramiento y a la toma de decisiones, de la comunicación a la planificación, de la construcción de objetos al análisis médico.

Contra esta ideología y sus peligros se rebela en su libro, pues el mero hecho de que las tecnologías emergentes funcionen, sean útiles, resuelvan problemas y puedan resultar valiosas, no es, por sí mismo, suficiente para aceptarlas de manera indiscriminada sin considerar sus riesgos, sin valorar las amenazas que entrañan, sin hacer una ponderación razonada de sus pros y sus contras. En este sentido, a modo de ejemplo y en relación con el mundo del libro que hoy nos ocupa, afirma con clarividencia y rotundidad: No basta con mostrar que un libro electrónico funciona para imponerlo como soporte universal de la lectura y del estudio en la escuela.

Aceptada esta premisa y su rotundo corolario: El colonialismo digital no sólo amenaza nuestros derechos, sino que plantea problemas muy graves de preservación de nuestra integridad como personas capaces de conocer, aprender y desarrollarse, Casati presenta sus tesis en cinco grandes capítulos, todos muy “sustanciosos”, inteligentes y estimulantes y que mantienen su vigencia pese a la década transcurrida desde la publicación del libro.

En el primero de ellos, El triunfo del libro, Casati sostiene que no todo debe mutar y ser objeto de una radical inmersión en el mundo digital. Puede, quizá, haber razones para admitir la “lógica” desaparición de la fotografía convencional en beneficio de la digital, pero no, por ejemplo, para generalizar el voto electrónico. En el mismo sentido, son muchos más -y mucho más importantes- los argumentos, expuestos con profundidad en esta primera sección de su obra, que sostendrían la conveniencia y aun la necesidad de la lectura en papel frente a la realizada sobre un soporte electrónico.

En el capítulo segundo, El libro y la escuela, el autor lleva su “lucha” al territorio de la institución escolar por entender, con indudable razón, que es en el ámbito educativo donde se dilucida el futuro no sólo de la lectura sino hasta el del ser humano. Defiende en él que ante una realidad hecha de distracción permanente, de scroll infinito, de efímeros vídeos de TikTok, de voluntad explícita por parte de las grandes plataformas de captar la atención a cualquier precio, la escuela, por el contrario, debe enseñar a leer en profundidad, con pausa y minuciosidad, practicando el análisis y ejerciendo el razonamiento; exactamente lo opuesto a la inmediatez, la fugacidad, la rapidez, la superficialidad y la vistosidad que los medios electrónicos proporcionan.

El mito del nativo digital cuestiona la existencia de ese raro espécimen y defiende con pasión que la enseñanza individualizada, los docentes competentes y motivados, el desarrollo explícito del espíritu crítico, una buena organización de las tareas, entre otros factores, contribuyen de manera más decisiva a la mejora de los resultados escolares que la por otro lado conveniente -si es moderada y bien planificada- incorporación del ordenador, los móviles, y el resto de aplicaciones y dispositivos electrónicos, al desarrollo de las clases.

Por último, los capítulos postreros del libro exploran algunas otras interesantes cuestiones sobre el asunto. En El argumento colonialista y el mito del rastro analiza los riesgos que supone la imborrable huella que deja nuestro paso en redes sociales, plataformas digitales y, en general, “territorios” de internet. Y en el muy optimista Resistir, ser creativo aporta numerosas sugerencias para potenciar la lectura, utilizar convenientemente, de manera inteligente y fecunda, este tipo de tecnologías que propenden al colonialismo fuertemente invasivo, y oponerse así a su poderoso y devorador influjo.

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Roberto Casati. Elogio del papel. Editorial Ariel. Barcelona, 2015. Traducción Jorge Paredes. 224 páginas. 16.90 euros.

Alberto San Segundo - YouTube

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