Barcos de fuego

Es el día de la graduación de supervivientes. Nuestras niñas y niños rebeldes al haciago destino, lo convierten en un prometedor futuro.

Han luchado y han ganado la batalla con ellos mismos y los demonios impuestos por una sociedad injusta y desigual. Han aprobado sus estudios.

Comienzan el día corriendo y riendo con sus educadores en lances deportivos. Se engalanan y reciben esa banda de reconocimiento a la valentía y al esfuerzo. Son reconocidos y laureados por su mochila de talentos al servicio de los otros. Sin egoísmos y con mucha ternura en la entrega amorosa, hacia un resquicio de luz y mano tendida, peregrinos del amor familiar y de la escuela.

Cantan a la vida, a la confianza del ruiseñor y del pájaro espino. Un micro abierto donde expresan sus sentimientos de alegría y tristeza. Su rap, un estilo libre para soñar un mundo mejor. Una entrañable sobremesa en su parcela de naturaleza en la Milani.

Caminamos juntos por la orilla del Tormes nombrando plantas curativas y aves increíbles. Una ribera, un espacio frontera lleno de biodiversidad, un bosque de galería que limpiamos a conciencia, varios sacos de basura de la dejadez humana. Una tarde rematada en canoa hasta llegar a la Casa Escuela Santiago Uno. Cobijo de peces koi, con colores más variados que el arcoíris, saltando imposibles cascadas, la divinidad los convirtió en dragones dorados como reza el dragón de su fachada.

Llega la noche de San Juan, el solsticio de verano, las hogueras saltadas, el corazón en brasas, la fiesta. En la plaza del mercado viejo brillan los aprendices de felicidad, los aéreos, la magia, el break dance y los malabares de circunstancias olvidadas.

Lo descartado convertido en arte y luz, fotos en primera persona, barcos sobre los hombros de los marineros, equipo, tambores. Ritmo y fuego al lado del Lazarillo, cruzando el puenteromano con una multitud de personas que casi creen en los milagros. Mucha alegría y algo de nostalgia. Una procesión que cree en las segundas oportunidades, que cree infinitamente en sus alumnos.

Llega el trastevere con sus malabares de fuego, con sus modestos fuegos artificiales, con su caminata y sus estaciones. Guiados por los pebeteros y las antorchas llegamos al improvisado puerto.

Sobre el escenario susurra la diosa dorada de la madre tierra, una espiritual canción, políglota, hacia el interior, los migrantes se preparan para bajar a África. Buscan esperanzas solidarias y cooperativas.

Empiezan a navegar: uno, dos, tres, cuatro, cinco. Cada barco distintos orígenes, distintas razas, distintas enfermedades, distintos maltratos, distintos timones y un mismo destino, el derecho al éxito personal y social, a la integración.Qué bonita se ve la luz interior de nuestras chicas y chicos surcando el agua purificadora del río, protegidos por la iluminada catedral. Admiración, orgullo, ilusión y amor fraterno.