Salamanca celebra el centenario del fallecimiento del pintor Vidal González Arenal con una exposición que profundiza en su figura como artista y hombre de concordia. La muestra, impulsada por el Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, destaca su decisión de permanecer en Salamanca y su compromiso social, además de anunciar futuras actividades en Vitigudino y la edición de un catálogo razonado.
Salamanca ha vuelto a abrazar a uno de sus hijos predilectos, el pintor Vidal González Arenal, en una emotiva conmemoración que ha marcado el centenario de su fallecimiento. Más que una simple retrospectiva, la recién inaugurada exposición se ha revelado como un profundo viaje al alma de un artista que eligió Salamanca por encima de la gloria madrileña, un hombre que hizo de la "concordia" su pincel y del servicio a su tierra su mayor obra.
La iniciativa, impulsada por el Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, ha congregado en su apertura a figuras destacadas como Mons. José Luis Retana, obispo de la Diócesis de Salamanca; Marta García Cienfuegos, familiar del artista; y Tomás Gil, director del mencionado servicio y uno de los principales impulsores de esta muestra. Todos ellos han coincidido en la trascendencia de recuperar y difundir la figura de un pintor que, como ha señalado Gil, "no solamente era un grandísimo pintor de primer orden, sino que también sembró para que luego después viniera durante todo el siglo XX, vinieran todo todo ese grupo de artistas salmantinos que vinieron después".
Tomás Gil ha sido el encargado de desgranar la compleja y fascinante personalidad de Vidal González Arenal. Ha recordado cómo el pintor, "llamado por el padre Cámara", el influyente obispo agustino, "prefirió quedarse aquí en Salamanca" a pesar de que "podía haber tenido una proyección como artista, podía haberlo tenido en Madrid, muchísimo mejor". Esta decisión ha marcado profundamente su legado, convirtiéndolo en un referente insoslayable del arte salmantino.
Una de las claves para entender a Vidal, según ha explicado Gil, ha sido su papel como "pintor de concordia". En un tiempo de profundas divisiones sociales y políticas en España, incluso dentro de la Iglesia, el artista se ha erigido como un puente. "Si algo define a Vidal González Arenal es que ha sido un pintor de concordia", ha afirmado Gil, explicando que esta concordia nace "del corazón, no [de] partir de las ideologías. Vamos a partir de que todos, aunque tengamos nuestras diferencias, podamos convivir". Este espíritu, ha añadido, lo tomó de la encíclica "Unum Multis" de León XIII, que ya en 1881 llamaba a la concordia entre los españoles.
Este compromiso con la armonía social se ha traducido también en una profunda implicación con las enseñanzas de la "Rerum Novarum". El padre Cámara, consciente de las incipientes tensiones laborales, ha impulsado el Círculo Católico Obrero, y Vidal González Arenal se ha sumado con entusiasmo. "Vino a Salamanca y se puso al servicio del proyecto del padre Cámara", ha detallado Gil. Su labor ha sido crucial: "puso a Vidal González Arenal a dar clases de pintura para todas las clases sociales. Desde las señoritas, la de las clases pudientes, hasta las mujeres de los obreros y hasta y hasta los mismos obreros". Una labor que, como ha subrayado Gil, daba "esperanza" y "un plus más allá de su trabajo manual al servicio del capital".
Marta García Cienfuegos, visiblemente emocionada, ha compartido recuerdos personales, evocando cómo "algunas de las obras que hay aquí estaban en las paredes de mi casa y yo, de hecho, crecí con con algunas de ellas". Ha agradecido especialmente a Tomás Gil y Rosa Lorenzo por iniciar el proyecto, así como la colaboración de su marido, Fernando. Su testimonio ha aportado la calidez de la memoria familiar a la figura del artista.
Por su parte, Mons. José Luis Retana ha destacado la doble vertiente de la obra de Vidal: "trata asuntos que tienen mucho que ver con nosotros también, con los sacerdotes. Es decir, primero son temas también históricos en su trayectoria de Vidal... Y luego, también temas religiosos". El obispo ha valorado la "belleza con la que expresa, pues, el alma de Salamanca", conectando la dedicación del pintor con la labor pastoral en los pueblos de la diócesis.
Tomás Gil también ha apuntado a la complejidad interior del artista, un hombre "muy introvertido, que tenía una vida interior profunda", y que, según percepciones como la de Brocha Alonso, citada por Gil, reflejaba "esa España triste también que lo lleva por dentro en esa nostalgia". Sin embargo, esta melancolía no ha mermado su carácter "muy servicial, muy entregado", hasta el punto de que "murió con casi nada", habiendo preferido "la vida más pobre aquí para darse a los suyos". Un ejemplo de dedicación que ha enriquecido a Salamanca.
La exposición, articulada con esmero, busca "otra vez el acercamiento de la gente de Salamanca y el aprecio por esta por la obra de este pintor salmantino". Se inicia con sus orígenes, incluyendo la partida de bautismo de Vitigudino, y recorre su vida, el contexto del Campo Charro, el momento histórico que le tocó vivir, y su particular estilo. Una sección importante se dedica a su obra religiosa, culminando con la representación de las tradiciones, costumbres y trabajos populares.
Entre las piezas destacadas, se encuentran obras cedidas generosamente por la familia y otras pertenecientes al rico patrimonio diocesano, algunas de ellas rescatadas de despachos privados para el disfrute público. Una de las sorpresas ha sido la presentación de un retrato del Padre Cámara realizado por Vidal, una obra cuya existencia en Salamanca se desconocía hasta su reciente descubrimiento por Margarita Ruiz Maldonado. "Sí se conocía por Margarita Ruiz Maldonado, se conocía esta obra. Hace poco la descubrió ella, que era de Vidal González Arenal, pero no se había traído a Salamanca", ha explicado Gil. Otra versión de mayor tamaño del retrato del Padre Cámara se encuentra en el Hospital de la Santísima Trinidad, pero su tamaño ha impedido su inclusión. El cuadro expuesto, de formato mediano, muestra al Padre Cámara estudiando a San Agustín, con la firma del pintor ingeniosamente oculta en una nota en una estantería.
Los visitantes también podrán admirar bocetos originales para el retablo de San Nicolás de Bari en la parroquia de Vitigudino, obras que, según Gil, demuestran una modernidad sorprendente en el uso del color y la composición. "Si se acercan estos cuadros, modernísimos. Además, ¿cómo conoce la teoría del color? ¿Cómo combinan las manchas?", ha interpelado Gil, invitando a una observación detallada. También se ha mencionado el cuadro de San Cristóbal, familiar para Marta García Cienfuegos desde su infancia.
El legado de Vidal González Arenal, como ha quedado patente, trasciende lo meramente pictórico. Su ejemplo de dedicación y servicio sigue vivo, y esta exposición es solo el comienzo de una renovada puesta en valor. Tomás Gil ha anunciado que el equipo ya está trabajando en la edición de un catálogo razonado sobre el pintor.
Además, la figura de Vidal regresará a su tierra natal, Vitigudino. El próximo domingo día 29 (mes no especificado en la transcripción, se asume próximo), a las 19:00 horas, la parroquia acogerá un encuentro de "Fe y Arte" donde se explicará en detalle el retablo de San Nicolás de Bari, obra de Álvarez Arenal (Vidal González Arenal).
Y durante el verano, del 12 de julio al 7 de septiembre, la misma iglesia de Vitigudino albergará una muestra especial. Se expondrán tres obras significativas: una copia de un "San Sebastián" de Guido Reni (realizada por Vidal del original del Prado), una "Santa Rita de Casia" y "La Virgen entregando el cinturón a San Agustín" (también referida como la correa). Estas dos últimas, pertenecientes a las Agustinas, serán cedidas temporalmente para que el público pueda contemplarlas. La iglesia permanecerá abierta por la mañana y por la tarde, y se proyectará un vídeo explicativo con contenido del encuentro "Fe y Arte".
La conmemoración del centenario de Vidal González Arenal se ha convertido así en una invitación a redescubrir no solo a un pintor de técnica depurada y profunda sensibilidad, sino a un salmantino ejemplar que antepuso el bien común y la concordia a su propio beneficio. Salamanca tiene ahora una oportunidad de oro para reencontrarse con este legado, para apreciar la riqueza de un artista que supo capturar el alma de su tiempo y de su gente, y cuyo mensaje de unidad y servicio resuena con especial fuerza en la actualidad. La exposición y las actividades programadas aseguran que su siembra, como ha dicho Tomás Gil, continúe dando frutos.
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