La escultora australiana desvela la imagen del busto ‘Vera Effigies’, basado en métodos de reconstrucción facial forense y datos científicos proporcionados por la orden carmelita
La noche del martes 20 de mayo, Alba de Tormes acogió la esperada presentación oficial del busto “Vera Effigies” de Santa Teresa de Jesús. El acto, celebrado a las 22:00 horas, en la Basílica de la Anunciación con presencia de numeroso público, contó con la participación de la escultora australiana Jennifer Mann, autora de la obra, que explicó en una detallada conferencia el proceso técnico y humano que ha hecho posible reconstruir científicamente el rostro de la Santa.
Traducida por Berta Durán, la presentación fue uno de los momentos más significativos del ciclo de eventos que se desarrollan en la villa con motivo de la apertura del sepulcro de Santa Teresa. El busto, ya expuesto al público, se suma al legado patrimonial y espiritual de la Santa en Alba de Tormes.
Especializada en escultura y retrato, Jennifer Mann confesó su fascinación por el estudio de los rostros: “Mi trabajo en retratos me llevó a EEUU durante varios años donde estudié reconstrucción facial forense con un experto de renombre mundial en la Universidad Estatal de Texas”. Posteriormente se formó en la Universidad de Dundee (Reino Unido), principal institución mundial en este campo, y actualmente colabora como escultora forense afiliada en el departamento de medicina forense de la Universidad de Monash, en Melbourne.
Su trayectoria incluye la reconstrucción de momias egipcias en museos australianos, una momia infantil del Museo Británico o restos humanos antiguos en Italia. Fue precisamente un investigador italiano, el profesor D’Anastasio, quien la contactó tras la apertura de la tumba de Santa Teresa en 2024 para proponerle este nuevo reto.
“Acepté sin dudar este trabajo ya que es un gran honor realizarlo. Sé como de importante es Santa Teresa para tantas personas en todo el mundo”, declaró emocionada.
La reconstrucción se realizó aplicando la técnica de aproximación facial, usada habitualmente en investigaciones criminales para identificar restos humanos a través del análisis del cráneo. En el caso de Santa Teresa, no fue posible hacer un TAC a los restos, por lo que se trabajó a partir de fotografías y medidas antropométricas detalladas.
A partir de una réplica en arcilla del cráneo, la escultora modeló capa a capa los músculos, tejidos, rasgos y detalles del rostro. “En cierto momento del proceso emerge un rostro y tuve una sobrecogedora sensación de estar mirando a la cara de una persona real, alguien a quien nunca había conocido antes”, confesó.
El busto final fue moldeado en resina para su conservación y exposición. La obra muestra a Santa Teresa mirando directamente al espectador, una decisión consciente de la escultora: “Quería que el espectador se sintiera comprometido de manera personal y humana”.
Durante su intervención, Mann también destacó el valor de las fuentes históricas utilizadas, como la detallada descripción de la Madre María de San José, contemporánea de la Santa, o las imágenes tomadas en 1914 y 2024 tras la apertura del féretro.
Sobre la edad elegida para representar el rostro, Mann aclaró que “junto con la orden del Carmelo, decidí esculpirla a la edad de 50 años ya que hacerlo a una edad más avanzada los rasgos serían mucho más marcados, por lo que los 50 años es la edad perfecta para mostrar el rostro”.
Jennifer Mann concluyó su intervención recordando que su objetivo era ofrecer “la mejor estimación de cómo Santa Teresa podría haber lucido en vida basada en los datos científicos” y reafirmó su decisión de utilizar una técnica manual para ser “fiel a los datos sin tomarme licencias artísticas”.